Diseño web para el porno, de la elegancia a la funcionalidad

El diseño siempre ha de adaptarse a cada medio, a cada momento, a cada proyecto. Cuando trabajas como profesional de este sector, tu creatividad está puesta al servicio de las necesidades de cada proyecto. Es por eso que los buenos diseñadores son tan deseados, y siempre hay trabajo para ellos. Ahora, en la era de Internet, el diseño web ha generado un nuevo horizonte para todos los diseñadores, que cuentan con herramientas hasta ahora nunca antes vistas. Son muchos los que ya estudian directamente diseño web, apoyados en sus conocimientos sobre diseño gráfico, porque encuentran en este sector algo fascinante de verdad. Las páginas web todavía tienen mucho que decir, aunque en los últimos años las plataformas y las redes sociales se estén llevando la mayoría del interés de los usuarios. Tener una web bien diseñada es esencial para cualquier profesional o empresa, porque es una referencia a la que pueden acudir muchos posibles clientes.

Internet ha llegado para quedarse, y a estas alturas nadie duda del potencial que tienen las webs como captadoras de nuevas posibilidades. De hecho, hay empresas que funcionan solo a través de Internet, con tiendas online donde venden sus productos o servicios a todo el mundo, abaratando mucho los costes y permitiéndose nuevas oportunidades de mercado. Adaptarse a estos nuevos tiempos no ha sido fácil ni para las propias empresas ni para los diseñadores, que han tenido que aprender lenguajes informáticos para estar al día. Es un sector en el que tienes que estar reciclándote constantemente, y donde la competencia es brutal. El resultado, sin embargo, llama mucho la atención cuando es satisfactorio, y una buena web puede hacer ganar muchos clientes a una empresa. Y no solo eso. Al ser una referencia online, también ayuda a crear imagen de marca, a mejorar la valoración que se tiene de ese negocio. En el caso de las webs dedicadas al mundo del porno y el erotismo, esto se hace aun más imprescindible, ya que actualmente el sector se mueve casi en exclusiva de forma online. Un negocio que se ha reconvertido en las dos últimas décadas para alcanzar a millones de usuarios y que sigue moviendo mucho dinero, donde el diseño y el aspecto visual es muy importante.

El porno e Internet, siempre de la mano

Casi desde el mismo origen de la red de redes, el porno ha estado presente en esos primeros foros y listas de correos. Es un tema que interesa mucho al ser humano, aunque paradójicamente muchos lo tengan también como un tabú. Sin embargo, su éxito ha sido notable desde los albores de Internet, cuando las conexiones eran muy limitadas, y las webs debían adaptarse a ello. ¿Qué ocurría con aquellas primeras páginas? Que al contener vídeos y fotos explícitas, consumían mucho ancho de banda, y tardaban mucho tiempo en cargarse. Un usuario podía estar incluso cinco o diez minutos esperando que una imagen se cargara a través de su modesto modem de 56 kbps. Pero la paciencia es la madre de la ciencia, y gracias a ella las webs fueron modernizándose, de la mano de una notable mejora en las conexiones.

Las primeras webs porno

Pero, ¿cómo eran aquellas primeras páginas web con contenido pornográfico? Los que tengan algunos años tal vez recuerden, a finales de los 90, cómo estas páginas estaban diseñadas de cualquier manera, con menús muy burdos que nos solían llevar a galerías de fotos o vídeos. No es que el diseño fuera el mejor, pero había que adaptarse a las posibilidades. El formato flash triunfó durante la década de los 2000, gracias a sus animaciones, a sus efectos tan vistosos, pero al final terminó desechándose por su falta de compatibilidad. Tardaba demasiado en cargarse, y muchos de esos detalles eran en realidad innecesarios. Lo que el usuario buscaba en estas páginas eran los vídeos y las fotos más explícitas. Y había que conseguir que llegara a ellas de la forma más sencilla y rápida posible.

Por eso, las páginas fueron mutando hacia algo mucho más sencillo, sobre todo de cara a la propia experiencia del usuario. Debían resultar no obstante atractivas, porque había que llamar fuertemente su atención. La mayoría de ellas eran páginas de productoras que buscaban conseguir clientes a través de pagos por suscripción. Se empezaron a crear también los primeros sitios web donde se compartían fotos con derechos de autor, algo que pronto fue tumbado… salvo en los casos donde se llegó a acuerdos con los propietarios de esos derechos. Algunas páginas seguían el ejemplo de los grandes emporios como Playboy o Hustler, que tenían diseños web muy atractivos y elegantes. Eso, sin embargo, costaba mucho dinero de crear y mantener, y al final cada cual se adaptaba a su presupuesto.

Buscando destacarse visualmente

Un negocio tan grande como el porno online ofrece muchas posibilidades, pero eso también atrae muchísima competencia. En la década de los 2000, especialmente a finales de la misma, cuando muchas productoras y empresas comenzaron a grabar solo en digital, el porno arrasó Internet. Había vídeos por todas partes, y todavía no existían las grandes plataformas como xVideos o Pornhub, que tardarían todavía un poco en llegar. Las escenas se pasaban a través de redes P2P, muchas veces de forma ilegal. El porno también tuvo que luchar contra la piratería, y lo hizo a través de páginas web que llamaran mucho la atención de los usuarios, que fueran prácticamente irresistibles. A través de fotos y trailers, estas compañías lograban convencer a los suscriptores.

La competencia era enorme y todos buscaban llevarse el trozo de tarta más grande. ¿Cómo lo conseguían? A través del diseño y el aspecto visual de las plataformas y webs. Era importante conseguir enganchar al usuario desde el primer momento, que ni siquiera pensara en salir de la web una vez estuviera dentro. Ofrecerle ofertas llamativas de suscripción, facilitar el pago… Cada web tenía su propia esencia, una presencia especial y diferenciada de las demás. En la mayoría, sin embargo, el diseño no era demasiado complejo. Se buscaba simplificarlo todo y ofrecer el contenido desde el principio, aunque no fuera completa, para buscar suscripciones. La temática también ayudaba a diferenciar unas webs de otras, ya que no era lo mismo entrar en una de BDSM que en una de vídeos de universitarias cachondas.

Un formato en peligro de extinción

La época de máximo apogeo de estas webs se desarrolló a mediados y finales de los 2000. Después aparecieron otras plataformas que permitían generar otro tipo de beneficios a las productoras, y se quedaron como algo más secundario. Todavía existen muchas empresas que cuentan con su propia web, donde venden contenido pornográfico. Sin embargo, no  suelen actualizarse demasiado, y en algunas, el diseño es de hace casi una década. Han quedado como una muestra del paso del tiempo y de cómo Internet también ha acelerado todos estos cambios. Ahora, el diseño se ha trasladado más bien a las redes sociales, donde hay un mayor alcance para los usuarios. Las webs parecen estar en peligro de extinción en este sector, acostumbrado a reinventarse cada cierto tiempo.